¿Sueña el árabe loco con dioses tentaculares?


En el aniversario número 126, que conmemora el nacimiento de Lovecraft, se hace evidente que la difusión de sus obras en gran variedad de los medios de comunicación ha creado un gran lectorado que siente admiración por este escritor, pero también ha llevado a crear estereotipos sobre el autor y sus universos. Una de estas es la imagen que se ha asentado en el público general del autor, sus libros y criaturas exhibiendo tentáculos infernales, siendo la representación primaria cada que se le hace mención a su narrativa.


Es innegable que criaturas con tentáculos repugnantes son parte del universo del autor, además la imaginación lovecraftiana asciende desde las aguas misteriosas de los océanos; sus criaturas parecen basadas en organismos provenientes de estos ecosistemas convertidos en seres repugnantes que enloquecen a todo humano con su apariencia. Pero la mediatización ha convertido estas características en una percepción simplista del canon lovecraftiano, y ha desviado la imagen de estas criaturas, así como de lo primordial de su literatura, hacia una mofa absurda contra el terror cósmico.

Debe saberse que la débil y minúscula humanidad, a la que sometió Lovecraft a sus horrores desconocidos, no podían describir de otra manera que no fuese con categorías convencionales a las entidades cósmicas con las que entran en contacto en los relatos, por esto los personajes -víctimas- se toparon con seres que para ellos eran demonios, monstruos oceánicos tentaculares o deidades antropomórficas. Considérese, también, que la locura o la muerte inminente hace imposible toda descripción fiel y objetiva de seres así, pues el terror empaña los sentidos alterando la percepción de quienes se asoman al abismo infinito.

Es el pobre consuelo de todo ser humano que caiga en la retorcida imaginación de Lovecraft, si llega a vivir, jamás entenderá estos horrores, siendo el cosmos inescrutable, solo le queda enloquecer al aceptar que son incuantificables las formas de vida inhumanas que del vacío, dimensiones, planetas, épocas y universos pueden provenir para atormentar a una especie que se compara tan insignificante, y se arrodilla asustadiza, ante lo desconocido.

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