El Caribe gótico de Templanza Better

Publicado también en el Girardot Review

La obra Limbo: Una historia de horror en el Caribe de John Templanza Better es publicada el año 2020 por la editorial Seix Barral del grupo Planeta, como parte de la Biblioteca Breve, tiene en su portada el arte expresado en su mismo artista, se trata del artista caribeño Andru Suárez, y sigue manteniendo el blanco color característico de las ediciones de esta editorial.

Una obra ya reseñada y comentada por medios como Revista Semana, El Heraldo, El Tiempo y Latin American Literature Today, no ha escapado a que el autor sea consultado por los símbolos en su narrativa y una relación autobiográfica, sea gradual o total.

La obra abre una casa de estilo oscuro y ambientación embrujada, en la que dos gemelas de sangre judeo-polaca habitan, junto con extrañas entidades de reinos sobrenaturales, en la oscuridad permanente y hermética de cortinas negras, totumos, nísperos y un clima imponentemente gris.

La narración se enriquece con un entramado de intertextualidad, en nombres, referencias y símbolos, que van desde lo religioso, la música, el arte, el cine terror y, por supuesto, y la literatura, sin abandonar el influjo de lo gótico como su mención o referencias de Stoker, King, Levin y Lovecraft, aprovechándose de la cultura general para enrarecer su propuesta.

Esta propuesta de obra gótica caribeña reconstruye dicha iluminada, eufórica y viva región, como es la costa Caribe, para convertirla en un entorno macabro, silencioso, decadente y anormal, alejándose de la magia del Caribe y la grandeza del Atlántico, en evocaciones que llenan de desasosiego incluso un paraíso turístico, dejando como único despojo la ciudad de Crisantelmo.

Con esto, la historia se va abriendo a otros personajes, habitantes y seres que van "inmoralizando" la narración, contando con aquel chiquillo monstruo, sin un nombre, hasta que el mismo plano sobrenatural se lo concede, quien representa la dualidad sexual, río y mar, sol y luna, como dice su autor, significando el ser hombre y mujer, lo que causa rechazo, inquietud y curiosidad en el extraño pueblo.

En Limbo se vehicula la transgresión de lo gótico tropical que editarían Edwards y Vasconcelos, indagando el cómo se rompe lo ya significado para abrir paso a algo en contrariedad o divergencia, incluyendo lo corporal, sexual e identitario, evidenciado que lo homogéneo es transgredido por la otredad desde muchos aspectos psicosociales, lo que se atreve como logro lovecraftiano de evocar lo no humano.

La imaginación retorcida no solo explota un hábitat con humanos de aspecto ornitológico, seres avianos con aspecto antropomórfico, habitantes de dos cabezas, criaturas que acechan el techo, brujería, epifanías, visiones y magia, y otras cosas que pueden ennegrecer una tenebrosa y maravillosa tierra no-carroliana, pero también invade el texto con ideas asesinas, sentimientos asquerosos, pensamientos suicidas, monólogos no humanos, diálogos malditos e invocaciones aberrantes, retorciendo más la lectura.

La sal, los entierros, los insectos, las aves, los patios, las plantas, el licor y el arte, son insumos que mantienen la mezcla caribeña en esta propuesta gótica que no se niega a lo cosmopolita con el influjo de lo más popular y innovador de lo extranjero, incluyendo anglicismos, series de televisión y temores de otras fronteras.

El continuo de la vida y la muerte se sostiene sobre nuevos imaginarios y particular religiosidad, siendo la casa, cual servicio de emergencia de padres entristecidos o dichosos, una puerta entre la frontera del ciclo de la vida, ofreciendo la milagrosa oportunidad de pretender evitar el limbo, negándose a la eterna perdición espiritual de aquellas almas infantiles sin bautizar, quienes fueron hijos, ya no, cuyos cuerpos muertos hacen tránsito por los tenebrosos cuartos del caserón.

Una estética teológica se diluye en el imaginario gótico de la narración, desatando sensaciones más sombrías que yacen en los milagros de una santa, quien atestigua en sus visiones demoníacas el contraste entre execrables almas y los vivos cadáveres de quienes fueron infantes, provenientes de un barroso abismo que no puede ser más que la entrada a la tortura inmortal.

En este limbo de Templanza Better, la transgresión termina destruyendo las limitaciones entre lo onírico y lo mundano, planteándose en si es un sueño el soñador por parte de lo soñado, así como viola la corporeidad de la existencia mundana, al embrujar con la duda el lugar; entre lo etéreo y lo físico de sus personajes; entre el ser sin estar y el estar sin ser. Al punto en que trabaja -cual acto de brujería- invocando lo demoniaco, lo sobrenatural y lo no humano en el colorido y fiestero Caribe.

No se interprete esta novela como otro caso más bidimensionalidad zlotchewiana, que pretende encasillar lo mercantil del realismo mágico, y aunque es tentador equipararlo con el vanguardismo, desborda toda categorización, hasta las de un chovinismo que busca carroña en toda creatividad literaria heterogénea.

Pueda no ser justo compararle o etiquetarle con la grandeza del weird tale, aunque tampoco lo sería significarle con lo gótico, pero la misma narración converge con esto, al apoderarse de lo oculto, lo extraño y lo macabro, bien lo dice la obra:

el mundo es una caja de sombras (...) detrás de cada fachada de inocencia puede estar agazapado el más letal de los demonios.

Retomando épocas doradas para este tipo de literatura que, al romperse y vulnerarse su carácter colonial con el surgimiento de la otredad en la América tropical, se deja invadir por la imaginación de este escritor colombiano, quien arrastra dichas pesadillas tan populares a otras dimensiones de una abismal imaginación.

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