George Orwell y la deshonestidad en las reseñas

George Orwell dejó de su labor, como periodista y escritor, interesantes reflexiones sobre la literatura de su época en su texto Ensayos, uno en particular, llamado En defensa de la novela, refleja dos grandes problemas que preocupaban a Orwell; la sobreproducción de pésimas novelas y la falsa propaganda que hacen los que reseñan estas obras.



Las novelas malísimas y las absurdas reseñas que se hacían para vender estas, eran, para Orwell, el motivo por el cual muchos optaban por no leer estas narraciones. La percepción de este género se encontraba en declive debido a que el afán de muchos por publicar novelas, junto al afán de muchos por obtener lucro promocionando estas publicaciones, sin prestar atención a la calidad, había llevado a una imagen negativa de la novela en general.

Esta reflexión no estaba errada, y tampoco está lejos de lo que sucede actualmente, tenemos una sobreproducción que han causado las grandes editoriales al saturar los estantes con muchos libros, en gran parte de estos la calidad (véase los libros de los youtubers) importa menos que la fama, en una búsqueda afanosa de ganancias. Ante esto, muchos son los reseñistas -algunos blogueros y booktubers- dedicados a elogiar el producto de esta desesperación comercial por el lucro, por conveniencia o necesidad, deben aprobar gran cantidad de textos pésimos, que en el mejor de los casos dudarían mucho en comprar y leer si tuviesen opción.

Por supuesto, como expresa Orwell, el reseñista se ven entre la espada y la pared, debe mentir y rebajar sus criterios, si es que lee literatura decente, para poder favorecer libros que no lo merecen. Si no lo hiciese perdería las ganancias que obtiene en esta actividad, siendo no el culpable directo, pero sí un engranaje más de esta industria dedicada la promoción inverosímil de estos textos.

No hay salida de semejante laberinto cuando uno ha cometido el pecado inicial de fingir que un libro malo es bueno. Pero tampoco es posible ganarse la vida reseñando novelas sin cometer ese pecado.
Actualmente, a diferencia del diagnóstico de aquella época que hace Orwell en su ensayo, esto no ha causado que la novela sea subestimada -se encuentra sobrevalorada- pero sí ha dado paso a crear un lectorado que tiende a consumir obras de este tipo trivial y simplista, dándole razón a la industria para producir más, mientras los reseñistas y autores sobrecargan los medios con adulaciones exageradas de estas obras, atrayendo a más lectores y continuando el ciclo de la sobreproducción de obras de esta calidad.

Posiblemente esta cínica viralización empiece a generar (puede que ya esté sucediendo) un hastío por todas las obras que se producen en nuestra época, llevando a que muchos decidan evitarlas o las desprestigien, siendo un mal similar al que el escritor británico encontró en su época, se estaría distanciando al curioso de aquellos libros actuales que sí puedan tener un valor literario digno de reseñar y recomendar.

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