La novela tecnogótica de Stoker

Oscar Palmer Yañez, el traductor y encargado por Valdemar para el epistolario hecho novela; Drácula de Bram Stoker, plantea en una nota:

(...) Drácula es un perfecto ejemplo de «novela tecnológica» en tanto que, por mucho que nuestros cazavampiros confíen en la superstición y en la religión para luchar contra este enemigo surgido de tiempos remotos, lo que realmente va a darles una mínima oportunidad frente al salvajismo ancestral de Drácula va a ser su entrega total a los más recientes avances de la tecnología: cámaras, fonógrafos, telégrafos, máquinas de escribir portátiles, rifles de repetición, lanchas a vapor, etc.

Si bien en toda la trama nos encontremos con la consideración de que las tradicionales supersticiones llegan a tener mayor utilidad para vencer al mal, si se compara con la visión científica y/o positivista que primaba en la época. Y es que se trataba de la conclusión de un siglo en el que nacieron los movimientos que se opondrían a la razón ilustrada y la ciencia, mientras el Reino Unido encabezaba la carrera en materia de industrialización, facilitando las vidas de los habitantes con toda clase de objetos nuevos que cambiarían la historia. y que, sin consideración del autor o sus personajes, pero sí la del traductor, son las que sirven de herramientas para enfrentarse al temido vampiro.

A pesar de esto Sánchez-Verdejo Pérez reitera la desafiante posición de la obra de Stoker contra la ciencia, contradiciendo la idea de que la novela gótica en sus inicios no fue una reacción a la ilustración dieciochesca, como planteaba Robert F. Geary. Sin embargo Lovecraft podría entrar a contradecir aludiendo a los aportes científicos como un sustento para el horror sobrenatural en la literatura, aunque no sea Drácula una obra de ciencia ficción -la discusión está abierta-, se sirve bastante de estos para sus actos y escenarios.

Finalmente, aunque en esta obra canónica los hombres de ciencias ceden ante el antiguo pensamiento no occidental, tal y como sucede en la narración espeluznante; El Parásito de Arthur Conan Doyle, donde el personaje se encuentra secuestrado por la superstición en el insular corazón del progreso científico, dándole la victoria a las creencias sobre la ciencia, sin importar el desenlace esperanzador de ambas historias, en el caso de Stoker, su personaje declara:

Here I am, sitting at a little cake table where in old times possibly some fair lady sat to pen, with much thought and many blushes, her ill-spelt love-letter, and writing in my diary in short hand all that has happened since I closed it last. It is nineteenth century up-to-date with a vengeance. And yet, unless my senses deceive me, the old centuries had, and have, powers of their own which mere "modernity" cannot kill.
Demostrando que, más que evitar u omitir su dependencia del progreso científico, es algo presente y es indispensable, como dice Palmer Yañez, a lo largo de toda esta novela tecnogótica ambientada en épocas de inevitable avance tecnológico.

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