La macabra trinovela de Chimal

De la mano de la tecnología y la comunicación, el marketing literario ha crecido hasta hacerse abusivamente viral, la narrativa también se ha transformado y adaptado a los cambios actuales. Por esto la inmediatez le pide novedades a la literatura, y si bien triunfa la cantidad para el desesperado marketing, el contenido y las ingeniosas propuestas narrativas son demasiado singulares como para no ser tenidas en cuenta por el lector actual.

Por esto, ante la caprichosa inmediatez, algo que en lo que fracasó el ebook buscando satisfacer, el ingenio de la literatura plantea la brevedad, un fenomenal ejemplo de esto es la twitteratura, que en menos de doscientos caracteres logra con precisión explotar la imaginación a través de la existencia implícita del significado sin la palabra, algo que hicieron ya autores anteriores o distanciados del mundo digital (léase Borges, Monterroso, entre otros.), el mexicano Alberto Chimal es uno de estos usuarios de la narrativa twittera, quien entre trinos consolidó 83 novelas, luego editadas en ebook de libre acceso, publicaciones que resultaron efímeros universos de lo extraño, donde la concisa intertextualidad y la malsana creatividad fueron los recursos que prefirió Chimal, en lugar de aceptar la engorrosa extensión novelera que tanto vende actualmente, y se tiene como prescripción de lo que es la arquitectura elemental de la novela.

Por otra parte, Chimal no se estancó en clichés fantásticos y tenebrosos predecibles, por el contrario sus obras son planteamientos retorcidos que incluso se conectan con los de carácter lovecraftiano, aunque no logra evocar el horror cósmico mediante el diálogo textual, léase Love Craft (o: La cita 3). Otorgándole así cierto rasgo universal a la intertextualidad de su narrativa epistemológica. este  ingenio se hace ejemplar en La cita 2:

La cita 2 

En algún momento del siglo XX, el cadáver de Annabel Lee soñó que su nombre era Dorotea, que el mar era un desierto, que jamás había amado.

Atreviéndose así a desenterrar las obsesiones del maestro de lo extraño, predecesor e inspiración de Lovecraft, el raro Edgar Allan Poe y contactarlo, gracias a esta era de la hiperconectividad, con el espíritu de un subestimado coterráneo suyo -si bien por el realismo/regionalismo mágico, no por Harold Bloom- Juan Rulfo, y su creación comalteca, construyendo una trinarración mucho más aterradora y macabra que la anterior (La Cita 1) y posterior (La cita 3). Logrando, también, consciente o inconscientemente, converger en un trino con la crítica de Monterroso sobre los fantasmas de la negada literatura fantástica Rulfo.

0 comentarios:

Publicar un comentario