Donde encalló el Euphrosyne

Publicado originalmente en Máquina Combinatoria

Las técnicas experimentales de la escritora inglesa Virginia Woolf transformaron, a través de sus obras, parte de la narrativa contemporánea. Esto se dio gracias a que la novedad en la producción de Woolf, junto a otros autores, demostró que, describir con exactitud físicamente a los personajes y a los lugares era un desgaste por lo trivial. La mejor manera de garantizar el desarrollo de las novelas eran los monólogos, la interiorización y una conciencia fluctuante, como una manera caracterización del comportamiento de los personajes, permitiendo un acercamiento más espiritual (1). Debemos entender este término como la esencia de la vida; todas las variaciones incuantificables de la existencia escrutadas o aprehendidas por cada personaje, como capas superpuestas.


El primer producto de esta técnica experimental es su primera novela: The Voyage Out (2). Allí, tanto la autora, como sus personajes, emprenden un viaje lejos de su acogedor imperio mientras dan cuenta de la dinámica tanto intrapersonal como interpersonal de las relaciones humanas. Es una travesía que tiene dos componentes: el interno, el de la fluctuación desaforada de la conciencia de los individuos y, el externo, el viaje a Santa Marina, un país ficticio situado en Sudamérica. Por supuesto no sería sensato pensar en la obra como una bifurcación de estos dos niveles o aspectos, como una dicotomía entre lo superficial y lo profundo, por el contrario, este viaje es una yuxtaposición de ambos. Estos aspectos son componentes en convergencia inseparables para valorar y vivir la obra.

Es por esto que parte de lo destacable es lo que ofrece la narración sobre esta porción imaginada de América del Sur, aunque se presta para muchas especulaciones. Esta es la razón por la cual el sur del continente americano es el escenario de la novela (3). Es bastante convincente pensar que se debe a la relación hecha entre la Grecia Antigua con el mundo exótico sudamericano por la misma Woolf al hablar de la literatura griega (4). Específicamente la obra dramática de Sófocles, donde trata de reflejar la vida ruidosa y espontánea de la gente de Grecia e Italia, sobre todo la relacionada con las llamadas “razas meridionales”. Es algo totalmente similar a lo que sucede en la novela cuando los personajes entran en contacto con el contexto de la isla tropical.

It began by a few schoolmasters serving their passage out to South America as the pursers of tramp steamers. They returned in time for the summer term, when their stories of the splendours and hardships of life at sea, the humours of sea-captains, the wonders of night and dawn, and the marvels of the place delighted outsiders, and sometimes found their way into print. The country itself taxed all their powers of description, for they said it was much bigger than Italy, and really nobler than Greece. Again, they declared that the natives were strangely beautiful, very big in stature, dark, passionate, and quick to seize the knife. The place seemed new and full of new forms of beauty, in proof of which they showed handkerchiefs which the women had worn round their heads, and primitive carvings coloured bright greens and blues.

He aquí una singular visión del mundo latino. Se atreve a llamar este exótico lugar como latino gracias a la contextualización histórica y cultural ligada a portugueses y españoles explicitada dentro de la misma obra. Esta está supeditada amargamente por la predecible idea de superioridad británica, pero sigue siendo una digna anticipación o propuesta pionera que desgraciadamente ha pasado desapercibida en los lectores y críticos latinoamericanos debido, posiblemente, a que ha sido opacada por la sobrevaloración de las obras del realismo mágico, cuyos desesperados autores demagogos, indigenistas y regionalistas, se han reservado el derecho de narrar la vida en esta parte del mundo, desconociéndose otras evocaciones admirables por sus características, como las de este texto experimental anterior al creciente marketing que fue copando estanterías, hasta llevarse todo el mérito, del ideológicamente incuestionable boom latinoamericano.

Y es que autores como Alejo Carpentier o García Márquez, entre muchos otros dignos de mención, que se tienen por innovadores y/o defensores de una literatura que narre las bellezas de las tierras de América Latina, se vieron influenciados por las técnicas de extranjeros como Joyce, Faulkner y, la ya mencionada, Virginia Woolf. Pero paradójicamente los primeros opacaron a aquellos que experimentaron por primera vez con las letras e imaginación, mientras la crítica y el lectorado llegó incluso hasta el punto de cierto irrisorio desprecio regionalista contra el narrador “extranjero” distanciado, pero el cual, posiblemente nunca es limitado, por la geografía y la cultura, por el contrario, se muestra más admirado o llamado totalizar su realidad.

Por supuesto las excusas ideológicas no son pocas para rechazar la influencia extranjera o exacerbar el regionalismo al cuestionar la obra del turista imperialista literario. Resultado de esto: muchas obras dedicadas a la grandeza de la región se quedaron en panfletos ideológicos alentados por la época, olvidando el ejercicio imaginativo de evocar, elogiar o transformar una tierra que se antoja irreal gracias a los potentes lentes de la variada imaginación. Si bien la autora londinense no estaba exenta de esto, pues también estaba invadida por apasionadas ideologías; de hecho, esta mujer no logra dañar esa impresionante armonía entre su anglosajona visión que se atreve a cartografiar y fotografiar (5) en su poderosa narrativa los parajes de este nuevo mundo suramericano, mientras sus personajes se internan en los rincones más profundos de su existencia, caminando en lugares exóticos apreciados como si fuesen sacados de inalcanzables fantasías que esperan, tras cada proyección mental que rompe el esquema regionalista con una conciencia de sed cosmopolita, zarpar hacia rincones mentales hacia parajes distantes hasta encallar en la otredad.

No se piense que la grandeza Woolf debe etiquetarse como realismo mágico, ni se enfrasque en una discusión y teorización en la ontología de este simple fenómeno de auge editorial y éxito sociocultural. La propuesta woolfiana, de su multiverso con una sociedad, historia e individualidad hechizante de América Latina, que se admira desde el corazón helado e industrializado de Europa, se da por sí sola. Sus características heterogéneas es lo que permite admirar la obra tanto en su plano de introspección cooperativa (6) como de su odisea exploradora hacia tierras extrañas que enriquecen a su vez la individualidad y totalidad de cada aspecto de su obra.

Anotaciones referenciadas: 

(1) Léase este énfasis y afán en Modern Fiction (1925)

(2) The Voyage Out (1915), la cita textual procede de la obra disponible en la red.

(3) Excursions into Modernism: Women Writers, Travel, and the Body (2016), remítase a la nota doceava donde se precisa la estimación de Mark Hussey de los sucesos de la obra con relación a lo sucedido en la misma época en el Canal de Panamá. Mientras en Virginia Woolf and the Migrations of Language (2011) se discute esta visión como un reflejo de la percepción imperialista que existía de las sociedades no-occidentales.

(4) On not knowing greek (1925)

(5) En introducción a la Literatura Inglesa (2000), Borges, y su colaboradora Vázquez, resaltan el estilo musical y visual de la autora, aunque no mencionan la obra aquí tratada.

(6) Término que propuse, no puedo aseverar que inventé, aunque suene a oxímoron, se entiende gracias a la lectura que Auerbach de Woolf, como lo reseño en el texto; El flujo de conciencia atemporal tras la medida de una media.

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