Con el atentado al semanario satírico Charlie Hebdo, de hace ya un mes, se exaltó el debate sobre los límites de la libertad de expresión entre los que justifican la necesidad de censura para no afectar creencias de otros y los que apoyamos una libertad plena.
Para justificar la censura no se necesitan esfuerzos argumentativos, basta con apelar a las emociones, algo meramente subjetivo, para afectar un derecho básico. Simplemente es creer que el pensamiento distinto está por debajo del chantaje de quienes se sienten ofendidos por este y su divulgación. Es así que cuando alguien se siente aludido le basta con exigir la supresión (censura) de la libertad del ofensor de pensar y expresarse así, para favorecer sus ideas las cuales rechaza que sean cuestionadas o ridiculizadas, convirtiendo la libertad en prioridad de unos y en algo condicional para otros, limitado por la sensibilidad. Esto va en contravía de la igualdad en materia de libertades, y abre el camino a una dictadura de un determinado pensamiento, algo que sucede en muchas partes del mundo donde se recurre hasta la violencia, como el caso del semanario francés.
Esta necesidad de deshacerse de la discusión, la crítica y la burla, no solo ha afectado terriblemente el periodismo, ha afectado la sociedad (dictaduras y caza de brujas) en general, pero entre otras cosas, ha afectado la literatura.
La literatura antaño, por ejemplo, tuvo un auge en su producción en versión de revistas, cómics y otros medios, pero también sus cultores se vieron sometidos por censura, basada en la persecución moralista, similar a lo anteriormente mencionado, algo que no solo se afectó el negocio que mantenía autores y enriquecía editores, también se mató la dinámica de esta actividad artística, gracias a ideas puritanas de quienes tenían acceso al poder, con aspiraciones a que todo marchase a su gusto como en un mundo utópico, y en caso de verse obstruido este objetivo usaban su poder,cual dictadura distópica, para imponer y mantener un solo pensamiento, excluyendo la oposición o diversidad.
Este régimen opresivo puede verse justificado por el extremismo que puede salir de publicaciones literarias sea de ficción o no, pero cae por su propio peso justificar la censura si se piensa que el círculo vicioso de censurar alcanza al que intenta responder, bromear o rebatir al extremista, un ejemplo puede ser:
Un texto cargado de estereotipos racistas tiene mucho de censurable como lo tiene uno que intenta destrozar o burlarse mordazmente el pensamiento racista, como muchos con delirios de superioridad racial pueden verse ofendidos por los segundo, y así fundamentarse en los misma idea de los censuradores intentando aliviar sus heridas emocionales, porque en la literatura, tanto como en la vida real el conflicto es inevitable, entiéndase este como discusión, debate o insultos, pero es mejor este conflicto y su resolución en el ejercicio de la libre expresión que optar por los el delito, algo totalmente identificable, y distinguible de la libertad, en la legislación de todo estado, exceptuando, curiosamente a aquellos que imponen un pensamiento en particular.
Por otro lado, siguiendo con literatura afectada por estas medidas, casos específicos se pueden encontrar como el de George Orwell y su Rebelión en la granja, novela la cual fue criticada y prohibida en la Unión Soviética, y en este siglo en Estados Unidos, Norcorea, Vietnam y Arabia Saudí. Igualmente Un mundo feliz, de Aldous Huxley, fue prohibida en Irlanda y Australia, hay recientes vestigios de censura. También Trópico de Cáncer se tardó en llegar a Estados Unidos por la censura. Y para terminar la controversial obra Lolita de V. Nabokov fue censurada en Nueva Zelanda.
Si por no herir sentimientos ni cuestionar ideales, se cierran la posibilidades planteadas por parte de la ciencia ficción, nos impiden adentrarnos en la mente de los criminales en el caso del género negro o no se hacen visibles los temores desde el terror, la base de esta literatura, como una parte fundamental de la sociedad y parte de nuestra vida, está destinada a morir, eso sí, es posible que los censuradores se reserven el poder imaginar y narrar una realidad donde todo marche perfectamente sin las maldades que trae el pensamiento creativo y sus inevitables conflictos, discusiones y cuestionamientos.
Enlaces de interés:
10 banned books
List of books banned by governments
Prohibited pulp
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