El siguiente artículo fue publicado originalmente por la revista Cosmocápsula, de las pocas plataformas que le apuestan a la ciencia ficción en Colombia. La cosmocápsula más cerca del abismo lovecraftiano.
La cuestión de si es Howard Phillips Lovecraft un escritor de ciencia ficción no es blasfemia para los lectores lovecraftianos, tiende a convertirse en una discusión interminable y el abordar si se trata o no de ciencia ficción, además de terror y fantasía, lo que éste escribió, puede estar basado en erróneas concepciones y malinterpretaciones. Esto debido a que muchos pueden rechazar la afirmación (que Lovecraft escribió ciencia ficción) alegando que en sus relatos no hay más que referencias a conjuros, demonios, ciencias ocultas, brujas y hechiceros.
“(…) No nos costó ningún trabajo localizar los siniestros rasgos descritos por el antiguo demonólogo árabe; unos rasgos extraídos de alguna oscura manifestación sobrenatural de las almas de aquellos que fueron vejados y devorados después de muertos.” (1)
A simple vista pareciera este autor un apologista a las supersticiones en su prosa cargada de adjetivos y etiquetas sacadas del terror clásico, estilo similar al de algunos autores que él mismo elogió y criticó en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura. Igualmente el reconocido “grimorio” llamado Necronomicón, citado y reseñado (2) por el mismo Lovecraft, al cual erróneamente (3) se le atribuye contener toda clase de oscuros rituales mágicos para invocar seres demoníacos, puede reforzar la idea de que estamos ante un autor de terror clásico, cuyas narraciones se mueven entre demonios, brujas y magia negra, siendo definitivo que su terror es fantástico a todas luces y alejado de la ciencia ficción.
Pero esta errónea percepción es refutable con una buena lectura de Lovecraft que permite que todo lector se encuentre no solo con un escritor de terror, si no con un innovador del terror, pues su terror literario, llamado horror cósmico o terror cósmico materialista, cambia totalmente el miedo mismo que ha de generar todo texto de este género; dicho terror cósmico se funda en la idea de que la humanidad no es más que una minúscula criatura comparada con el insondable cosmos que le rodea, donde pueden habitar poderosas entidades cósmicas, más antiguas que los primates, capaces de aplastar con su tecnología o influencia la especie humana, creando y describiendo así una compleja variedad de inimaginables seres repugnantes (4), algunos considerados partes del panteón de sus mitos de Cthulhu.
Y es aquí donde entramos al campo de la ciencia ficción, además de un lenguaje técnico (que sería sesgado considerar lo único necesario para escribir ciencia ficción) enfocado en doctrinas como la biología o física, que emplea en sus relatos, Lovecraft observó la bóveda celeste en busca de los horrores, alimentado por su fascinación por la astronomía (5), en busca del miedo a lo desconocido, del temor que el oscuro e inmenso universo genera al pensar en todo lo que allí puede habitar y nuestra ignorancia no permite entrever, encontrándose imaginariamente con criaturas sacada de los sueños más execrables jamás soñados por algún cuerdo.
Por lo tanto, se hace necesario aclarar que si se arguye que este autor estadounidense no le apostó a la ciencia ficción porque no describe naves, batallas espaciales e invasiones extraterrestres, se está analizando mal, ya que dicho escritor nos permite leer horrores provenientes de otros planetas, dimensiones y reinos oníricos, los cuales con su sola presencia destruyen la cordura de los personajes, siendo estos víctimas si no de la muerte, de un inevitable desequilibro mental. Además, aunque sus colosales horrores llevan eones atormentando a la humanidad, Lovecraft también exploró en sus obras visiones del futuro (6) y exploraciones humanas a otros planetas (7).
En sí la imaginación de Lovecraft abrió una gruta espacio-temporal por donde toda clase de horrores ingresarían, pero que él narró, estratégicamente para mostrar la fragilidad de la mente humana, como interpretaciones supersticiosas por parte de sus personajes, quienes ante la magnitud del horror, solo podían describir lo que las categorías humanas les permitían conceptualizar, como “demonios” y “magia”, cuando en realidad se trataban de seres extradimensionales y fenómenos cósmicos irreconocibles por la ciencia mundana, dejándolo así entrever los resignados personajes a inicios o finales de las narraciones. Por lo tanto este exponente del género abrió el camino del terror cósmico, terror lovecraftiano, vehiculado por la ciencia ficción, más allá de todo estereotipo moderno, y mucho antes que a los escritores de dicho género se les ocurriera escrutar en el vacío en busca de temores primigenios, como el miedo a lo desconocido.
“(…) Me he asomado más allá de los confines del infinito y he invocado a los demonios de las estrellas… He cabalgado sobre las sombras que van de mundo en mundo sembrando la muerte y la locura.” (8)
Referencias:
1. El sabueso (The hound), 1924
2. Historia del Necronomicón (History of Necronomicon), 1927
3. El Necronomicón entre la literatura y la charlatanería
4. Bestiario, de la editorial Libros del Zorro Rojo
5. H.P. Lovecraft’s Interest in Astronomy
6. Hasta en los mares (Till a’ the seas), 1935
7. En los muros de Eryx (In the walls of Eryx),1936
8. Desde el más allá (From beyond), 1920
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